martes, 16 de marzo de 2010

José Domínguez, 'El Cabrero', cantaor : El Cante es libertario como el aire"

Uno de los cantaores más singulares del flamenco actual ha celebrado el centenario de la CNT, la primera organización sindical autónoma y libertaria española, con un concierto desgarrado y revolucionario en Madrid, siguiendo por otras ciudades españolas. Porque el cante de El Cabrero es música viviente de rebeldía y compromiso social.


Por Isabel Alcázar

José Domínguez, El Cabrero, es desde 1980 la figura del cante jondo más solicitada y uno de los artistas flamencos de mayor proyección internacional, que compatibiliza con el pastoreo de cabras. Oficio que ejerce desde la infancia y se niega a abandonar porque entre riscos y laderas encuentra la verdadera libertad desde que inició su carrera artística en 1972 con La Cuadra de Sevilla, en gira por España, Francia, Italia y Suiza. El éxito lo lanzó a diversos conciertos en solitario por esos mismos países, debutando en la ciudad de Ginebra. El Cabrero vuelca su personalidad y su compromiso con el cante puro, en un repertorio de los palos más puros del flamenco, como la soleá, la seguidilla y las tonás y le permite recrear los estilos tradicionales del flamenco con una fuerza apabullante. La misma que imprime a sus letras revolucionarias sobre grandes temas de la humanidad oprimida, maltratada u olvidada, y a su talante libertario y crítico que le ha llevado a enemistarse con algunas administraciones culturales, pero sigue participando en festejos de algunos alcaldes socialistas de pueblos andaluces. Entre sus discos destacamos: Con rebeldía, Por los caminos del viento, Un diálogo sin artificios, Que corra de boca en boca, o Fandangos de Huelva.

—¿Por qué El Cabrero abrió los actos del centenario de la CNT?

—Bueno, porque en realidad uno tiene zarpazos de libertario, cenetista o anarquista y además porque es un sindicato que tiene una trayectoria digna y yo me apunto a todos los actos de la izquierda, y no tengo nada que ver con ningún partido, o sea, que no estoy atado a tener que hacer hasta aquí o hasta allí, con un partido u otro. Yo hago lo que me parece que tengo que hacer y creo que hago el bien aunque a algunos les parezca mal, pero nadie es dueño del aire o del sol para mandar en ellos.

—Su cante es de protesta y crítico. ¿Siente que es eficaz?

—De una manera racional, porque lo injusto cuando molesta es porque nadie se preocupa por lo que es justo. A través del cante expreso mi rabia ante muchas situaciones injustas, la impotencia, porque a nosotros nos mandan coger una carretera, y si la carretera tiene dos mil curvas, pues habrá quien diga que si tiene que llegar a un sitio no hay más remedio que cogerlas por derecho. Yo quiero que mi cante sea eficaz porque asumiendo mi sentir y mis sentimientos lo lanzo como el aire y como el sol, que son un pienso que no depende de quien nos lo da, porque no lo han podido manipular, ya que el aire es lo que necesitan los pulmones y el sol, lo que calienta la tierra cuando se humedece con el llanto de la lluvia.

—¿Cómo se inspira para componer sus canciones? ¿Han ofendido a alguien?

—Normalmente me viene una idea, una imagen que veo y escribo conclusiones, pero siempre poniendo al hombre, que la razón de la naturaleza es más fuerte que todo. Ofender... Yo he notado que los poderes siempre son los poderes y engordan, y lo primero que amedrentan es a la cultura. Yo siento en mis propias carnes el no ser muy manejable, el no ser de un partido o el no tener grabadoras para llevarme donde a lo mejor no quisiera y eso es así. Soy inconformista, pues ya me han tirado la muleta de todos lados y no he acudido a ninguno. Con mis canciones ocurre como con los niños, que molestan porque dicen la verdad; todavía mucha gente que me escucha se molesta porque a lo mejor se da por aludido. Cuando echas una cosa fuera, hay quien por su propio encasillamiento o por su propio miedo, o el que ya se encuentra con su marca de hierro de donde pertenece, se preguntan por qué me dedico a reivindicar lo que ellos ya han olvidado.

—¿Algún cantaor de los que admira ha influido en su estilo?

—Con Rafael Farina canté dos o tres veces en sus últimos años, era un polifacético, un portento de voz que dominaba la orquesta, que dominaba la escena y como persona era bastante amable y reflexivo y en los cantes básicos me ha influido. Antes de ser artista me gustaban Juan Talega, Antonio Mairena, Chocolate, Terremoto, La Paquera... Había una serie de artistas que cualquiera les echaba el palo adelante... y yo, claro, con mis cualidades hice hincapié en sacarle partido sin distorsionar los cánones y sin distorsionar, ni mucho menos, a la música flamenca.

—Anarquía, protesta, quejío... ¿No forman parte de la esencia del flamenco?

—Esa es mi personalidad, que se puede atrever a unas seguiriyas, sean del estilo tal o cual, porque llamamos estilo según el primero que lo grabó, aunque le hubiera venido de otro que no grabó nada; pero hay muchos estilos de seguiriyas y todas van en el ritmo de las seguiriyas y cada , una tiene una música diferente aunque la medida sea igual. El flamenco se ha criado en cuevas y no creo que nadie estuviera muy cómodo en una cueva como para no rechistar, para no quejarse. Hoy nos meten el ruido a cubos.

—¿Qué piensa de las innovaciones en el flamenco, que de alguna forma rompen con la tradición que defienden los puristas?

—Cuando se habla de puristas (y no me gusta que se utilice esa palabra) refiriéndose a la persona que no prospera, que no da un paso adelante... Mire, como el nombre vende, pues lo siguen utilizando. O sea, que una rumbita, un meneíto, una gracia, resulta que es flamenco y no, mire usted, eso de Luz de luna, que yo lo canto por bulerías, me lo han recriminado de todas las maneras, y aquello no es flamenco aunque se le pueda dar un aire flamenco, o sea, barrer para el flamenco en vez de coger una seguidilla o una soleá o una malagueña de los primeros que lo grabaron y hacer una adaptación de cada estilo, y no se canta igual, pero no se deja el hilo de la autenticidad.

—Entonces, ¿no está por la fusión de otras músicas con el flamenco?

—La fusión es una confusión; cuando se trata de deshacer una música se le pone un nombre como hicieron con la yenka, el rap, el folk... pero, ¿por qué no han prostituido a la ópera y al flamenco sí? Andalucía tiene mil aires pero cada uno tiene, musicalmente, su idiosincrasia; pero eso del jazz/flamenco, pues no, porque la música de jazz tiene una gran madera en su sitio, sin prostituirlo con otras músicas, pero hoy se mezcla todo y se le pone nombre. Cuando yo canto tango argentino no tiene nada que ver con el flamenco, no le puedo dar los quejíos flamencos porque yo soy El Cabrero y el tango está antes que yo, es una música que se hizo de la nada y resurgió en todos lados, y me gusta cantarlo porque entiendo las historias que cantan y porque hablan como nosotros.

—¿Cómo compagina la fama y los escenarios con el pastoreo de las cabras?

—Ozú, porque las cabras son mi gran refugio. ¿Qué haría yo en la ciudad aparte de dar un concierto, donde no hay ni un cerdo ni nada que dominar, aparte de mucha gente? Y si no quieres estorbar en la calle te vas a un bar donde están hablando de mil cosas que no me interesan. Yo necesito las cabras como algo donde encuentro mi libertad que tanto añoro. También me vienen ideas para canciones, pero no llevo papel ni bolígrafo y no me puedo parar porque todo son lindes y está estrechito –las veredas no existen porque las han sembrado –. En fin, que cuando escribo lo hago en casa.

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